Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

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Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

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martes, 19 de abril de 2011

La Calle Córdoba Rosarina nuevamente en la Prosa de un Escritor Local: Juan José Godeol

Calle Córdoba sigue siendo un gran escaparate en donde se refleja, con coquetería, ese Rosario nuestro, magnífico y arrogante como sus mujeres, las que desfilan por esta arteria con su encanto sugestivo, arrancándonos un suspiro o un madrigal sin palabras, de ésos que asoman a los ojos y se traducen por una mirada. La Calle Córdoba no se parece a ninguna otra. Ni de las nuestras, ni las de otras ciudades. Alguien la ha llamado alguna vez, hace tiempo, Florida. No es exacto más que en lo externo. Pero esa calle en que nos identificamos no solamente en nuestra prestancia dominguera, de traje planchado, sino de muchas otras cosas que nos pertenecen en calidad de rosarinos, esa calle es un poema. Su poesía prende en el alma de los muchachos de buen palmito como una poesía de Carriego o de Darío. Sí, está llena de sugestión y de tentaciones. Varía y diversa como un film se ilumina de día con ese espectáculo de juventud alborozada que le infunde savia nueva y de noche con un resplandor de arco iris, el de los letreros luminosos y el de las vidrieras. A cada hora es ella misma y es otra. Posee un atractivo indefinible, que no es fácil analizar, que sorprende agradablemente al forastero y nos encanta a nosotros mismos. Porque esa nuestra Calle Córdoba es como si naciera de nuevo todos los días...
Juan José Godeol.

BIOGRAFÍA DE  JUAN JOSÉ GODEOL - ESCRITOR ROSARINO.- LA CALLE CÓRDOBA ROSARINA            

Por Julio Zalazar    

Este destacado literato y periodista rosarino vio la luz por vez primera el 10 de junio de 1899 en la localidad española de Tarrasa, Barcelona.
    Posteriormente, de la mano de sus padres, llegó a tierras argentinas en 1911, radicándose todos en Bolívar, Pcia. de Bs. As. Será en la Escuela Normal de esta ciudad donde se recibirá de Maestro Normal, profesión esta que fue sólo momentánea en su vida ya que no mucho después se volcará al periodismo.
    Fue en Rosario, en octubre de 1928, más precisamente en el vespertino "Crónica", donde se inició, formando parte del cuerpo de redacción. Poco después pasó a la naciente competencia, el diario "Tribuna" (antecesor del famoso "La Tribuna", que marcara todo un hito en el periodismo rosarino), cuya línea editorial seguía el pensamiento de Lisandro De La Torre. Será desde estas páginas, con el seudónimo de R.I.P., donde destilará todo su talento a través de originales sonetos, en los cuales abordó temas de actualidad con agudeza, ingenio y fino humor. Eran sus "Ripiadas", como gustaba llamarles. 
    Apenas un año después, fundó junto a Luis S. Bitetti un semanario llamado "Cinema". Con formato de revista, esta publicación tuvo una trayectoria aceptable ya que duró 8 años, durante los cuales se llegaron a editar 415 números en los que se reflejaron la vida social, cultural y deportiva del Rosario de la época, y en donde la historia y la literatura ocuparon un sitial importante.
    El talento de su pluma se extendió allende las fronteras rosarinas. El popular diario porteño "Crítica" lo contará como colaborador destacado. Poco después el matutino "Acción" lo contrató como editorialista. En este medio periodístico no duró mucho por incompatibilidades ideológicas con su director.
   Con varios años de permanencia en Bs. As., llegó a ser jefe de publicidad de la empresa Estudios Filmadores Argentinos. Si bien por cuestiones de salud se alejó momentáneamente de allí (estuvo en Pueblo Yrigoyen -Pcia. de Santa Fe- junto a su esposa, Luisa Torres), en 1962 volvió para ejercer su pasión por el periodismo durante 5 años más.
    Jubilados tanto él como su mujer -era farmacéutica-, regresaron a Rosario a disfrutar merecidamente de la paz y la tranquilidad que brinda la ausencia de obligaciones laborales. Aun así, pese a su condición de pasivo, J. J. Godeol no abandonó jamás su gusto por escribir, lo que lo llevó a meterse de lleno en la elaboración de un libro de fábulas. Lamentablemente no alcanzó a publicarlo ya que la muerte lo sorprendió el 5 de febrero de 1974, a los 74 años de edad.