Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

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martes, 12 de junio de 2012

CHIRIBIN, CHIRIBIN, CHIN, CHIN... ( Curiosidades)

La guerra de 1914 daba sus primeros cañonazos y desde el comienzo de la tragedia, unos eran partidarios de los Imperios Centrales y otros de los Aliados, y chicos y grandes continuamos en las mismas enseñas partidarias.
"Mis recuerdos evocan figuras muy prestigiosas ya en ese tiempo, que tenían un ganado prestigio en el mundo de las letras y, por supuesto, en la ciudad. Nombres como Dermidio T. González, Dermidiote, como le decíamos en guasa, autor de novelas, que luego se habrían de llamar "rosas", pero que se quiera o no, tenía prestigio dentro de la sociedad, si bien muy poco entre la juventud. Alberto J. Mazza, gran orador y poeta decadente, cuyo nombre veíamos de vez en cuando, en revistas de importancia como Caras y Caretas, de Buenos Aires.
"José M. Bertotto, paladín socialista, buen "panfletario", que había sido compañero del escritor José Barret, cuyo nombre reverenciaba y con mucha justicia, era otra de las figuras conocidas. También estaba don Emilio Ortíz Grognet, tal vez el más célebre de todos los evocados, por la convivencia que tuvo con la "generación del 1900" en Buenos Aires. El bardo español don Vicente Medina, que estaba por esa época publicando sus Obras Completas y que ya poseía un nombre, incluso respetado en la península. El doctor Juan Álvarez, por aquellos tiempos director de la Biblioteca Argentina patrocinada por la institución El Círculo, el cual no había publicado en aquella época libro alguno.
"Otro poeta español, hombre agudo pero de un estado bohemio imposible, publicaba sus sonetos y romances, unos con añoranzas de su tierra y otros adaptándose al clima nacional. Don Diego Ortíz Grognet comenzaba sus andanzas por el teatro en donde ya era célebre el doctor Camilo Muniagurria. Otros no recuerdo, pues sus nombres escapan a mis evocaciones, lo cual lamento.

Fuentes: Capítulo 9 extraídos del libro Rosario era un espectáculo ¿Arriba el telón! Autor: Héctor N. Zinni de 1997