Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

Vistas de página en total

viernes, 12 de julio de 2013

LOS ORIGENES LEJANOS


Es conocido que el capitán Luis Romero de Pineda fue el primer poblador propietario del territorio que hoy ocupa Rosario, el que le fuera entregado por el gobernador José de Herrera y Sotomayor, por decreto del 29 de agosto de 1689, bajo la forma de una merced de ocupación, por sus méritos y servi­cios a la Corona española.
Le correspondieron, por ello, to­das las tierras disponibles sobre el río Paraná, desde unas 27 leguas al sur de la ciudad de Santa Fe —el llamado Paraje de Salinas, hoy arroyo Ludueña— hasta el Arroyo de las Hermanas, ocho leguas al sur del Arroyo del Medio, y hacia el Oeste, sin fijar límites precisos, hasta "los fondos que hubiere va­cuos".
El capitán tomó posesión de ellas el 27 de diciembre de 1869. conociéndoselas desde entonces como Estancia la Concepción. Al norte del arroyo Ludueña, por su
parte, los terrenos pertenecerían a Antonio Vera Mujica y luego, en 1719.a los jesuitas, siendo su de­nominación la de Estancia San Mi­guel del Carcaraña, la que a su vez seria subdividida luego hasta su desaparición como tal en 1742.
Al fallecimiento de Romero de Pineda, y a la muerte inmediata de su esposa, heredaron aquellas tie­rras sus hijas Francisca y Juana, casadas a su vez con los hermanos Cristóbal González Recio y Juan Gómez Recio, cuyo descendiente Luis González Recio, al heredar, comenzó a dividir y a vender el predio, en base a lonjas que arran­caban desde el río Paraná hacia el oeste. Posteriormente, se volvieron a dividir en quintas, chacras, tam­bos y chiqueros, espaciados y se­parados por zonas sin cultivos, yu­yales, basurales y pantanos. El pa­so del tiempo y el progreso ulterior, el crecimiento demográfico, con­vertirían a estas tierras del oeste en un brillante negocio inmobiliario, por lo que se lotearían luego para su urbanización.
La zona de los barrios del oeste, ubicada en la llamada franja de Correa, formó parte de lo que co­rrespondiera a Domingo Gómez Recio dentro de la primitiva Estan­cia La Concepción. En junio de 1742 la recibe en herencia su hijo Isidro Gómez Recio, quien a su vez hereda a su hija Josefa Gómez Re­cio, la que contrae matrimonio con el maestro de campo Domingo Co­rrea, de donde tomará su nombre la mencionada lonja, que a su vez heredarían sus cuatro hijas.
Lonjas paralelas corresponde­rían a Mercedes Correa, cuyos he­rederos las vendieron luego a los hermanos Ibarlucea, a Exequiel Paz y a Francisco Zubelzú, los que hicieron lo propio con Guiííermo Wheelwñght. Los sucesores del pionero del ferrocarril las cederían a su vez a nuevos compradores: los hermanos Carlos y Eduardo Jewell, Juan Ortiz, Domingo Arrülaga. Juan Bezossi y Ricardo Maldo-nado
Parte de la lonja sur la adquiere en 1854 el doctor Marcos Paz (lue­go vicepresidente de la Nación), quien lotea y vende entre 1856 y 1857. Otra parte es adquirida por Pascual Rosas, que en 1853, luego de reservar un sector para su quin­ta, subdivide y lotea también el resto. La lonja norte, de Magdalena Correa, es comprada en 1849 por Celestino Araya, quien declara su mitad en favor de Gregorio Funes, figurando como otros de los adquirentes Judas Palacios y Ramón Ca­sas.
Finalmente, la parte de la zona rural, más al oeste todavía, adqui­rida por Palacios, fue también par­celada y vendida a Pedro Antonio Echagüe, Enrique Nepp y Jacoba Cueto Paz, dividiéndose el resto entre sus hijos y herederos Albina, Flora, Germán. Cecilia y Eloy Pala­cios, de quien tomaría el nombre el pueblo homónimo, luego denominado Barrio Vila y hoy Barrio Belgrano.
Esta un tanto exhaustiva y mi­nuciosa cronología de sucesivos dueños de la tierra sirve, sin em­bargo, para historiar la cesión de los predios sobre los que, con el paso del tiempo, se levantarían, uno tras otro, los llamados barrios del Oeste rosarino, y a la vez, para mencionar apellidos que tienen es­trecha relación con el origen de los mismos y con buena parte de la vida política, social y económica de la ciudad, desde finales del siglo XIX hasta las primeras décadas del presente.
Fuente: extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta  Fascículo Nº 18 .  De Enero 1992. Autor: Alberto Campazas