Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

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jueves, 16 de febrero de 2017

Plácido Grela

Por Julio Chiappini

Plácido Grela se incorporó a la Sociedad de Historia de Rosario en 1972. Mikielievich hizo un borrador de la noticia y el suscripto lo pasó en limpio en la máquina Olivetti que tenía Wladimir. Enormemente curiosa pues sus letras eran pequeñitas como jamás he visto. Además un carro extensísimo, sobresalía varias pulgadas.
Plácido no podía llamarse de otra manera. Era completamente afable y educado. Siempre vestía de traje y con moño, y en invierno una gran bufanda me parece que de vicuña. De ser así, costaban un dineral y eran las más abrigadas.
Grela era socialista pero de escuela, nada de balaceras. Fue un activo periodista y publicó muchos libros: historias de pueblos y pequeñas localidades, biografías, su conocida obra sobre el grito de Alcorta y, no contento, varios ensayos sobre temas militares; entre los cuales la vida de Pablo Riccheri. Siempre me resultó curioso cómo, pese a su socialismo, Grela se llevaba muy bien con los militares cuando los gobiernos revolucionarios. Incluso fomentaron algunos de sus ensayos. Y recuerdo ahora una anécdota: cierta vez, en las reuniones, que se hacían los últimos sábados de cada mes, nos confió que había sufrido una pequeña contrariedad. Le dije entonces que debía "tener paciencia". Me contestó con gracejo: "Pibe: un hombre después de sus sesenta años debe tener paciencia". Eran los gratos modales de entonces.

Juan Grela G.
A mediados de los años setenta, esa década tan cruel que nos tocó vivir y que hoy pervive proteica, Mikielievich, que cuando quería era simpático aunque en el fondo tenía un carácter de los mil demonios, le insistía a Plácido para que invitara a su hermano Juan a una de las tertulias, o cenáculos, como se quiera, de la Sociedad. Que sí, que no, hasta que finalmente le prometió que si iba lo agasajarían con masas de la confitería Jockey Club, que estaba en Sarmiento al 900.
Ambos cumplieron: Juan Grela fue y las masas, aunque no a raudales, estaban a la vista. Supongo que todos simulábamos indiferencia pero queríamos abalanzamos. Pasa que no es cuestión de mostrar la hilacha y devorar coma un Pantagruel mientras los otros, todos unos caballeros, asisten atónitos. Esto no quita que uno recuerde ahora la frase del entrerriano Juan José de Soiza Relly en "La escuela de los pillos", de 1922: "Detrás de' todo caballero se e conde un gran sinvergüenza". No era ahí el caso pues, salvo el que plumero estas nostálgicas y en buena parte triviales líneas, eran gentilhombres. Probos y hasta probados.
Lo cierto es que el gran pintor llegó acompañado por su hermano, que era tres años menor. Ambos eran tucumanos. En chibcha, "Tucumán" quiere decir "hasta aquí llegamos"; pues era el límite sur del imperio inca; bien que para otros filólogos, y desde luego uno no lo es, se trataba del nombre de un fiero cacique. Jujuy, en tanto, también es una palabra inca; significa "júbilo". Era lo que proclamaban los reyes cuando visitaban las termas. En cuanto a Lima era, o es, "la ciudad de los reyes"; no porque fue fundada casi un 6 de enero, sino en loor a los reyes de España y a los reyes incas. Toda una confluencia.
Los Grela, por esas cosas de la vida, se habían radicado desde chicos en Rosario. La "G." que se agregaba el pintor, pregunté en aquel ágape que más o me-os evoco, venía del apellido materno, Guerrero
Grela tuvo grandes maestros aquí en Rosario: Berni, Cochet (opino que el más importante pintor académico argentino) y José Planas Casas (19001960), un pintor eañol, en rigor sobre todo grabador, radicado en Rosario para nuestra suerte. En 1940 dirigió en Santa Fe la Escuela Provincial de Bellas Artes, que se acababa de fundar. Se lo emplaza, y probablemente que sin ligereza, como uno de los primeros surrealistas argentinos.
En 1934 Grela se incorporó al grupo "Mutualidad de Estudiantes y Artis-, tas Plásticos", que regenteaba Berni, 1905-1981; rosarino; como Lucio Fontana: 1899-1968. Berni y Fontana son los artistas argentinos que más cotizan. Piezas de Berni han rondado los u$s 600.000, y alguna de Fontana u$s 1.000.000. En rigor triunfaron, palabra vulgar y exitista, pues tuvieron la inteligencia o el destino de irse de la ciudad. En cuanto a Berni, coadyuvó que trajinara motivos políticos o sociales.
Y Fontana, que inventara el espacialismo. Fue poco ingenio pero, ya se sabe, todo el que patenta un movimiento es mejor sopesado. Lo mismo el que acuña personajes: Quevedo no lo hizo y por ello, pese a ser mejor escritor, quedó por debajo de Cervantes.

CRONOLOGIA DEL ARTE
Grela hizo en Rosario una carrera convencional: pertenecer a grupos, como el "Litoral" (1950); salones; exposiciones personales; ventas en su casa o a domicilio de los coleccionistas, que pululaban; inserción en museos; variedad de técnicas como los grabados a cargo de la galería Carrillo o de la editorial Ellena y hasta caseros, acuarelas, pasteles, xilografías, témperas y óleos (era lo único que hacía realmente, o al menos invariablemente, bien). Como todos nuestros grandes pintores, fue captado a menudo por marchands improvisados o ávidos cuando no insaciables. Esto los obligaba a pintar adocenados, a convertirse a menudo en artesanos y no en artistas. Algunos incluso extraordinarios, como Uriarte y Vanzo, que harto conocían la cocina de la pintura. En cuanto a Vanzo, nadie dibujaba como él. De todos modos hay que medirlos por sus mejores, no por sus peores obras.
Grela fue un pintor prolífico, de esos que no pasa día sin que dibujen o pinten. Además vivía de su trabajo. En 1966 hizo una exposición retrospectiva en la galería Carrillo de Rosario. José Luis Vittori presentó la muestra. Su competente discurso está reproducido, casualmente en el artículo "Grela, Juan", en la Gran enciclopedia de la provincia de Santa Fe, de Diego A. de Santillán; que en realidad se llamaba Sinesio García Fernández: León 1897-Barcelona 1983, aunque vivió casi toda su vida en la Argentina. Fue amigo de Mikielievich y, como Salgari, un escritor explotado y expoliado por editores. Ahora publicar sobre historia publicó; pues como le contó una vez al quisquilloso don Wladimiro (así le decía yo), se editaron más de mil libros y folletos de su incesante autoría. En 1986 Grela expuso en la galería Veermer de Buenos Aires. En el catálogo, Rafael Squirru, para algunos un tanto figurón, desliza: "... La siguiente reflexión es que Grela, habiendo ya conquistado un estilo pictórico que le era particular, bien podría haberse apoltronado dentro de sus hallazgos, procurando cosechar un tipo de frutos que a otros halagan, pero que en su caso particular hubiese significado aceptar una dudosa seguridad. El Maestro... ha preferido, en vez, arrojar esa seguridad por la borda y confiar en la intuición de su más íntima condición de navegante". Como vemos, citas náuticas a rabiar y una lluvia de palabras en un desierto de ideas.

El pintor
Aunque no con la vocación de Gambartes, que denuncian sigue dibujando desde el más allá dada la cantidad de falsificaciones, Grela G. tenía trances de motivación indigenista o vernácula. Fue un pintor figurativo que todo lo hacía bien salvo, opinamos, cuando se refugiaba en técnicas menores. Pero lo mismo les ha pasado a monstruos como Picasso; así que no debemos alarmarnos —demasiado— por esos vaivenes en cuanto a la calidad. En los pintores rosarinos, lo cuantitativo ha prevalecido, había que "parar la olla". Algunos excepcionaron, como Domingo Candia, Alfredo Guido, Zaino; o el catalán Munné, cuya hija me enseñaba, con la consiguiente desesperación y hacia 1960, los primeros palotes para pintar O Musto y Schiavoni. Pasa que eran anteriores y el arte no se comercializaba tanto. En la diserta obra "La sociedad de los artistas. Historias y debates de Rosario” publicada por el Museo Municipal d Bellas Artes Juan B. Castagnino en 2004, Grela aparece unas cuantas y me recidas veces. La recomendamos bies que, por supuesto, ¿quién es uno pan dar espaldarazos?
En tanto, hallo también que salvo alga nos ejercicios de Vanzo o comodidade de Herrero Miranda, nuestra pintura lo. cal evitó el arte abstracto. El rosarino me explicó una vez Ballesteros, "quico ver".
Ernesto B. Rodríguez publicó un ver sado ensayo sobre Grela: Rosario, Edil Biblioteca, 1968. Isidoro Slullitel dice de Grela que "maneja formas sencilla con elementos conocidos, extraídos de campo, el pueblo, el muro suburbano' "Cronología del arte en Rosario", Editorial Biblioteca, Rosario, 1968, p. 76. Grela, nacido en 1914 y fallecido en Rosario en 1992, es cierto que se abocó mucho a esas temáticas y formas. Pero también a tantas otras, llamémoslas más burguesas: retratística, bouquet naturalezas muertas, algo de naif. Con los años incluso cambió la paleta, la hizo más abigarrada —bien que sin sucumbir a la exaltación de los colores y en ocasiones con más volumen en óleo. Seguramente comprendió que es artificio, aunque más costoso, produce un arte más decorativo y por consiguiente más vendible a una sociedad como la rosarina, que tuvo una pintura para elites y que ahora me temo carece de siquiera una galería de arte. Bien que esto no lo puedo asegurar pues salgo poco y nada.
En fin: así reseñamos aquella tardecíta ta con Juan Grela G. Fue la única vez que lo vi en mi vida. Como Ouvrard, como tantos, conformó la edad de oro de la pintura rosarina. Buenos Aires, me dicen, no la tuvo con tanta entidad, Esto desmiente que "Rosario es una ciudad de gnocchis y tallarines. Si son baratos y abundantes". Frase que solía repetir Isaac Fernández Torres, el avispado secretario de Vanzo. Y hay otros aforismos. Pero por razones de espacio, de gazmoñería y de cordura, por ahora omitimos. Claro que, y como se rcila• ba antaño, "no faltará oportunidad".

Bibliografía
1-En (os Nos. 23-24 de la revista, ap. 95, un suelo da cuenta del ingreso del nuevo miembro.
2- A p. 183 de los Nos. 17-18 de la Revista de Historia de Rosario (1969), con las siglas W C. M se publicó terrible recensión contra las referidos crónicas de Slullitel. Alguien dictaminó luego que Mikielievich no perdonaba nada a nadie pero que todo se lo perdonaba a si mismo. Sin embargo descreo de que sea para tanto.
Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, su Historia y Región” Fascículo N.º 94 de marzo de 2011.