Escudo de la ciudad

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El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

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Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

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miércoles, 1 de noviembre de 2017

Rubén Bravo, el otro maestro



El rótulo de maestro, en el fútbol de la primera mitad de siglo, estuvo reservado para los centrodelanteros.

Porque el centrodelantero -o centroforward- era el conductor, el pivote del ata­que en esa línea de cinco delanteros. Distribuía el juego, manejaba la pelota con pre­cisión, gambeteaba, pateaba al arco desde afuera o dentro del área, y cabeceaba bien. Era el más completo, era el maestro.

Por eso, en el depurado y exquisito fútbol de Rosario Central, el primer maestro fue Harry Hayes.

La herencia fue amagando con quedarse en otros cetrodelanteros, incluso en la de su hijo Enrique, pero finalmente se detuvo en Rubén Bravo.

Con una diferencia de veinte días apareció en la primera de Central junto al "Torito" Aguirre. Venía de las inferiores y entró con el pie derecho pese a que Central estaba peleando el descenso.

A los dos minutos de su debut en primera, en la tarde del 27 de abril de 1941, frente a Tigre, marcó un gol. Después, sobre el final del partido, logró el segundo. A Central no le alcanzó pues perdió 4 a 2, pero los hinchas "canallas" empezaron a conocer al nuevo maestro.

Tras el descenso fue el conductor del equipo que ascendió en el 42. Elegante en sus movimientos, hábil con la pelota, y asistente permanente del "Torito" para que éste se convirtiera en goleador del campeonato.

Rubén Bravo, el "Maestro", también peleó la tabla de goleadores: convirtió 67 goles en 104 partidos. En 1945 fue vendido a Racing (que pagó 220.000 pesos por su pase y el de Ricardo), e integró la selección nacional, en el puesto que jugaban -por entonces- otros dos maestros: Rene Pontoni y Alfredo Di Stéfano.

Con su bigotito de villano y su plástica inconfundible para gambetear o ir arriba y cabecear, Bravo sedujo a los porteños y después paseó su fútbol, el bien jugado, por Brasil, Chile y Francia. Porque de algo estaba convencido: como dijo, ya con el título de entrenador obtenido en París (fue el segundo de la promoción entre 107 alumnos), "el fútbol bien jugado supera a cualquier táctica".

Es que el "Maestro" no tema misterios.
Fuente: Artículo Publicado en el libro “ De Rosario y de Central , Autor: Jorge Brisaboa Impreso en Noviembre 1996 por la Editorial Homo Sapiens.